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Carlos Capacés

Director

 

 

En más de una ocasión, a lo largo de una acción formativa de Management, de Liderazgo, de Dirección de Equipos o de algún otro tema afín, algún participante a la misma se atrevió a proponerme que compartiera con el grupo asistente alguna consigna útil, ya no para dirigir a los colaboradores que formaban parte del equipo que tenían a su cargo, sino para aplicarla al jefe respectivo de cada uno, con la intención de mejorar sus relaciones profesionales. He de reconocer que siempre que esta situación se produjo, no me costó mucho esfuerzo dar alguna pista para contribuir al buen clima entre jefe y colaborador. Pero es también cierto, que la limitación del tiempo para impartir el contenido previsto, no me permitió nunca extenderme como a mí me hubiese gustado y la situación lo requería.

Captura Jefe

Aprovecho la oportunidad que nos brinda nuestro blog, para detallar una serie de reflexiones, nunca suficientes y siempre incompletas, que espero nos ayuden a mejorar nuestras habilidades para aprender a “dirigir al jefe” (si es que se deja, claro).

 

  •       Ten en cuenta que tu jefe es una persona como tú. Por lo tanto, se trata de un ser único, especial e irrepetible. Tiene sus propias expectativas y sus propias necesidades, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Para intentar ponerte en su lugar, te invitaría a que realizaras dos inventarios: el primero, de todas aquellas conductas que valoras y aprecias en los demás, y el segundo, de todos aquellos comportamientos que no aprecias especialmente en los otros. El resultado que obtengas se parecerá, sin duda, bastante a lo que tu jefe aprecia en ti y le disgusta de ti. A partir de ahí, ya sabes, potencia hacia él lo bueno e intenta corregir lo no tan bueno. Ya verás cómo funciona.

 

  •       Cuidar al otro no es más que una señal de todo lo que puede venir después. Piensa que más de la mitad del tiempo que estás despierto cada día, estás bajo la influencia de tu jefe. Y en muchos casos, además, todo ese tiempo estarás muy cerca de tu jefe. Por lo tanto, aplícate la máxima de que cuanto más des, más recibes. Y no pasa nada, de verdad, por ser tú el que dé el primer paso. Invertir en alguien, ya sea tiempo, calidad en la escucha, confianza, reflexión, ideas, propuestas, etc, revierte siempre en un beneficio mutuo. La responsabilidad de las personas no la marca solamente la posición y el puesto que se ocupa, sino sobre todo, la función que se desempeña. Ocúpate tú mismo de que el tiempo en compañía de tu jefe sea el mejor posible.

 

  •        Identifica sus necesidades y expectativas y esfuérzate por satisfacerlas. Tú eres el mejor vendedor de ti mismo. Vendes tu trabajo, la ejecución de tus tareas, el cumplimiento de tus responsabilidades, los servicios que prestas, vendes tu forma de ser, tu forma de estar, tu forma de saber hacer. Eres el vendedor de tu marca personal. Así que ya que eres un “comercial” de ti mismo, debes comenzar por identificar las necesidades y expectativas de tu cliente interno y superior jerárquico al mismo tiempo. Los vendedores profesionales se diferencian de los vendedores amateurs, en que éstos últimos se limitan a dar a su cliente lo que este quiere. Pero los vendedores profesionales no se limitan a dar a sus clientes lo que le dicen que quieren, sino que saben identificar lo que su cliente necesita y saben cómo satisfacer esa necesidad. Así que ya sabes, ¡a vender!, pero profesionalmente.

 

  •       Sé un manantial de información y de propuestas. Tú jefe, por el mero hecho de ser jefe, tiene que tomar decisiones. Y cuanta más información maneje y de mejor calidad sea, más acertadas serán sus decisiones. No dudes en remontar hasta él todo aquello que sabes, que conoces, tus experiencias, tus intuiciones, tus certezas. Y una vez que le hayas hecho llegar la información con la que cuentas y las propuestas que te han costado tiempo imaginar y construir, deja a tu jefe que las gestione, que las procese y que las digiera. Confía en él y en que sabrá reconocerte como merezcas. Y si no lo hace, será él quien no ha desempeñado su función como debiera. Si tú te comportas como te sugiero, siempre podrás mirar de frente y podrás mirar a los ojos a las personas importantes en tu vida y eso, eso no tiene precio.

 

  •       Hazle saber que estás a su lado. Que no tenga dudas. Tu jefe necesita sentirse bien acompañado y valora la lealtad. No dudes en hacerle saber que puede contar contigo, que debe contar contigo. Y si no estás de acuerdo con él en algo en concreto, házselo saber. Explícale las razones, tus planteamientos, tus reflexiones, tu punto de vista y seguro que de ese acto de sinceridad y de transparencia solo puede salir algo bueno.

 

  •       Legitima que tu jefe no lo sepa todo y no sepa hacer tu trabajo mejor que tú. Tú jefe no es tu padre, ni tú eres ya el niño que eras y que necesitaba la seguridad de que todo iba a ir bien. Debes comprender y aceptar que tu jefe no tiene por qué conocer las respuestas a todas las preguntas. Tu jefe, en todo caso, lo que sí que debe saber es a dónde ir a buscar las respuestas, pero eso es todo. Y tu jefe, no debe por qué saber hacer tu trabajo mejor que tú. En todo caso, deberá tener la capacidad de reconocer el esfuerzo que supone hacer el trabajo que tú haces. Es importante que no reproches en silencio a tu jefe, algunas cosas que solamente reprocharía un niño en su comportamiento más pueril.

 

  •       Nunca puentees a tu jefe ni te dejes puentear. Haz un enorme favor a tu jefe y muéstrate en estas dos ocasiones firme. Debes ser respetuoso con el conducto reglamentario, tanto ascendente como descendente. Si puenteas a tu jefe, es una traición, sin más (a no ser que hayas intentado más de dos y de tres veces, en hacerle ver lo que él no ha querido escuchar). Si te dejas puentear por tu jefe, la próxima ocasión que tengas una dificultad con tu colaborador a quien él se dirigió sin prevenirte, no dudarás en decirle que se ocupe él de tu colaborador y con toda la razón del mundo.

 

  •       Se transparente con tu jefe y refuerza el contrato de confianza todos los días. No te relaciones con tu jefe con ocultismos, con carencias en la información y con medias verdades. La confianza es muy difícil reforzarla y muy sencillo romperla. Una vez roto el contrato de confianza, ya nada será igual. Podréis aprender a convivir con esa falta de confianza, pero ya nada será como era antes. Se comenzarán a ver fantasmas donde quizás no los haya. O lo que es peor, ya no importará que haya fantasmas. A partir de ese momento, es el inicio del fin.

 

  •       Los jefes también sufren pérdidas de energía. Al igual que tú, los jefes precisan que se les reponga la energía que consumen con cada tarea, con cada decisión, con cada acción que llevan a cabo. Y ten en cuenta una cosa, cuanto mejor es un jefe, más energía consume porque más energía te repone a ti. No olvides reconocerle sus esfuerzos, sus observaciones pertinentes, su ayuda, su seguimiento. No olvides darle las gracias por no solamente preocuparse por ti, sino sobre todo, por ocuparse de ti. El elogio a los demás nos garantiza que la pauta de comportamiento que de ellos nos interesa, se repita. Así que ya sabes, elogia a tu jefe lo que de él aprecias y necesitas, porque de esa manera garantizas que él lo siga haciendo.

 

De la misma manera que motivarse a uno mismo es más sencillo que motivar a los demás, “dirigiendo” a tu jefe de la manera que te propongo en estas escasas consignas, facilitarás la vida de tu jefe y del colaborador de tu jefe, tú mismo.