Carlos Capacés Director

Carlos Capacés
Director

Desde siempre se ha presentado la información como una forma de poder. Sin embargo, la realidad nos ha demostrado en más de una ocasión, que no sirve de mucho simplemente poseer la información, sino que lo realmente poderoso es lo que se hace con la información que se posee. Es parecido a lo de que  tener un piano en casa no nos transforma en grandes pianistas.
Algo similar ocurre con la comunicación en las empresas. No porque las personas de una organización se comuniquen entre ellos de manera inevitable, esos procesos de comunicación van a ser necesariamente de calidad.

Todos deberíamos saber que para que un proceso de comunicación sea de calidad, debe cumplir dos condiciones imprescindibles. En primer lugar debe haber confianza (entre las personas que se comunican, en el entorno en el que nos comunicamos,…). Es cierto que uno tiende a contar más cosas y con más detalle a aquellos en los que confía, que a aquellos en los que no confía tanto. Es cierto también que uno tiende a contar más cosas y con más detalle a aquellos que sabes que confían en ti, que a aquellos que sabes que no confían tanto en ti.

En segundo lugar, además de confianza, para que un proceso de comunicación sea de calidad, debe existir placer en la relación. De manera natural, contamos más cosas y con más precisión a aquellas personas con las que nos llevamos bien y con quienes nos gusta estar, que a aquellas personas con las que no nos llevamos tan bien y por lo tanto no disfrutamos tanto de su compañía.

Una de las claves, por lo tanto, para que la comunicación sea más eficaz, es que en las organizaciones y empresas se sepan crear contextos, escenarios y hábitats en los que se respire confianza y placer en la relación entre las personas que la forman. Cuando sentimos que nuestro ambiente laboral no se caracteriza por estas dos condiciones, podemos estar seguros de que la comunicación no será de calidad.

A incrementar la confianza y el placer en la relación entre las personas de una empresa, intervienen aspectos como la sinceridad (la de verdad), la transparencia, la honestidad, la integridad, el respeto, el compromiso, el trabajo en equipo (el de verdad), la solidaridad y tantos otros valores que, cuando no solamente se quedan en palabras, son magníficas reglas de juego que estructuran al grupo y marcan los límites del campo de juego común.

El verdadero poder no está en poseer la información, sino en lo que se hace con ella. De la misma manera que el que una compañía pueda presumir de procesos de comunicación de calidad, denota grandes dosis de confianza y de placer en la relación entre quienes la componen. Cuando la confianza se quiebra por alguna razón, es muy complicado que vuelva a reconstituirse y la comunicación se deteriora irremediablemente.

La comunicación es como la respiración; deja de respirar y dejarás de vivir, deja de comunicar y dejarás de existir.