Carlos Capacés
Director
Llama la atención la necesidad irrefrenable de tomar decisiones que manifiestan muchos Directores, Managers, Jefes, Responsables… cuando son ascendidos o nombrados para ocupar cualquiera de estos puestos: hay que tomar grandes decisiones, importantes decisiones y, sobretodo, rápidas, muy rápidas decisiones.
Se diría que se sienten en la obligación de demostrar cuanto antes la razón por la cual han sido nombrados para sus puestos recién estrenados.
Los jefes toman decisiones, ya se sabe. Pero el problema es cuando lo hacen como si fueran montados a horcajadas sobre el caballo de Atila campo a través, sin contar con la información imprescindible que les permita minimizar el potencial error que siempre se esconde en cada decisión tomada.
Afortunadamente ya hace tiempo que se manejan recetas diversas que ayudan a tomar decisiones adecuadas y respetuosas con el nuevo entorno en el que se encuentran los recién nombrados. La nuestra es una receta en tres pasos cuyo orden es imprescindible y su cumplimiento, obligado para la mejora:
1.- OBSERVAR
Se trata, efectivamente, de observar (que no es lo mismo que mirar o tener los ojos abiertos) cómo hacen las cosas en el lugar al que llegas, aunque llegues como Gran Jefe. Quizá, sobretodo, cuando llegas como Gran Jefe. Se trata de preguntar y de obtener toda la información posible para constatar que no siempre las cosas se hacen igual en todas partes (afortunadamente) y que, normalmente, siempre hay una explicación de por qué se hacen de manera diferente, incluso, mejor a como tú las haces.
2.- COMPRENDER
Se trata de comprender por qué en este nuevo lugar al que hemos llegado, se hacen las cosas de esa “extraña manera” que hemos observado que se están haciendo y de comprender, también, por qué no se hacen de la manera que nosotros las sabemos hacer o hemos aprendido a hacerlas o creemos que se deben hacer. La herramienta clave en esta fase es preguntar y preguntar y preguntar, pero, eso sí, sin juzgar. Solo preguntar, reformular y reflexionar.
3.- TOMAR LAS PRIMERAS DECISIONES
Ahora sí, Gran Jefe. Ahora ya, después de haber navegado con la máxima tranquilidad permitida por las dos primeras fases, es el momento de empezar a hacer lo que tanto te gusta y deseas: Tomar Decisiones.
Pero… una sugerencia final: si esas primeras decisiones las tomas compartiéndolas con el equipo que te has encontrado, van a ocurrir muchas cosas buenas (al menos tres) que todos te van a agradecer y que tú mismo también vas a agradecer.
En primer lugar, vas a hacer participar a tu equipo. ¿Has leído o escuchado alguna vez aquello de que “sin participación no hay compromiso”?. Pues intenta perder (perdón, ganar…) un minuto reflexionando al respecto. Comprometerse es un verbo que se conjuga en libertad, no en imposición.
En segundo lugar, tu equipo (porque, aunque no lo hayas elegido tú, es tu equipo…) se sentirá respetado tanto en la esfera profesional como, principalmente, en la personal, como adultos que son.
Y, en tercer lugar, debes de tener en cuenta que, sin duda, una decisión compartida maximiza sus posibilidades de éxito. Y es que se sabe, desde hace siglos, que varios cerebros coordinados piensan más y mejor que uno solo, aunque te parezca que el tuyo es el que más resalta entre todos. Además, una decisión tomada conjuntamente y acertada, siempre te será reconocida, y una decisión tomada conjuntamente pero equivocada, siempre te será justificada.
Lo último, no olvides que MANDAR no significa mandar, aunque parezca una contradicción, sino SERVIR.
Me ha gustado mucho, yo creo que trabajé contigo hace años en agapes y te recuerdo si eres el mismo como un gran jefe y un buen comunicador, yo era un chaval entonces y me trasmitiste muchas ganas, ahora por casualidad llego a este blog y veo tu nombre y tu palabras y me alegro de ver que sigues igual.
Hola Aurelio,
Soy Carlos Capacés y lamento de verdad no recordarte por tu nombre. Si tú te acuerdas, seguro que coincidimos en Agapes.
Muchas gracias por tus palabras, seguramente inmerecidas. Me alegro de que las nuevas tecnologías nos permitan éstas alegrías de vez en cuando.
Ojalá que te vaya todo razonablemente bien. Y seguro que seguiremos sabiendo el uno del otro.
Un fuerte abrazo.
Carlos Capacés.