Almudena Corral
Socia – Directora
¿Estamos preparados para recibir feedback sobre nuestras actuaciones? Pues quizás no tanto cómo deberíamos. La mayor parte de las organizaciones está de acuerdo en que el feedback es una herramienta fundamental para el desarrollo de las personas. Otra cosa es la forma en que se dé dicho feedback, que sería otro asunto a tratar, pero, en definitiva, sí parece que hay una clara unanimidad en relación a las ventajas que dicha herramienta proporciona. Prueba de ello es que se reclama, se exige y se considera una obligación de los managers y un derecho de los empleados. En este sentido, se ha avanzado y se avanza día a día en lograr jefes comprometidos y preparados en el uso de la herramienta. El problema es que no siempre el uso efectivo, o no, del feedback recae en el manager. Muchas veces son los destinatarios de dicho feedback quienes no están suficientemente preparados para escucharlo.
El feedback positivo, es decir, el referido a ensalzar fortalezas y a reforzar un comportamiento que queremos que se repita en el tiempo es francamente gratificante y a todos nos gusta, motiva y estimula oírlo, especialmente si viene de nuestros jefes o, en el caso de un 360º, de otros interlocutores con los que nos relacionamos en nuestro entorno laboral. No obstante, cuando llega el momento de que se nos señale un comportamiento o conducta que se necesita modificar, es decir, cuando el feedback se convierte en correctivo, entonces las alarmas se disparan en forma de justificación. Los logros son nuestros, los éxitos también, el mérito de lo bien hecho nos corresponde, pero las áreas de mejora se dan siempre por razones externas a nosotros: normalmente la falta de tiempo que es muy recurrente y es la que nos impide planificar mejor nuestro trabajo, dedicar mayor tiempo a nuestros clientes, avanzar en el conocimiento del negocio, relacionarnos con otras áreas de la organización…. El caso es, que rápidamente reconocemos lo bueno, pero defendemos a capa y espada nuestro punto de vista en aquello que nos dicen que no hacemos tan bien.
Dependerá mucho de la receptividad de quien recibe el feedback, pero también de una errónea concepción que hemos ido construyendo, en la que en muchas organizaciones las actuaciones que no necesariamente son perfectas implican un signo de debilidad frente a los demás. Si lográramos darle la vuelta a dicha creencia, probablemente estaríamos mucho más interesados, receptivos y preocupados por recibir un feedback correctivo, mal denominado en muchos casos “negativo”. No hacer las cosas como se espera es la mejor oportunidad de poder aprender. Lo extraordinario es que todo se hiciera de acuerdo a lo que se espera de nosotros, algo que lejos de alegrarnos, quizás debería preocuparnos, pues a lo mejor es que ni siquiera nosotros mismos estamos actuando con la exigencia esperada o quizás no se percibe que tenemos capacidad para mejorar y cambiar.
Es importante promover la “conciencia de uno mismo” en las organizaciones como valor que impulsa la mejora continua. Trabajar la importancia de que cada uno de nosotros seamos capaces de identificar qué nos hace menos eficientes y levantar la mano para solicitar ayuda, es el verdadero signo de fortaleza en las organizaciones, algo que si se logra incorporar con naturalidad, contribuiría en mucho a mejorar determinada competitividad mal sana. Si a eso le añadimos la capacidad de saber impulsar un mayor grado de madurez en los equipos a la hora de saber aceptar la crítica constructiva, deteniéndonos ante nuestro primer impulso de querer justificarnos o responder a la defensiva e incluso de tomarnos de manera personal aquello que personas más expertas entienden que puede ayudarnos a mejorar, lograríamos mucho más productividad. Ayudarnos y apoyarnos en las observaciones que los demás hacen de nosotros, viéndolas como retroalimentación y no necesariamente como juicios o como críticas negativas, es la esencia de un feedback que no siempre cumple con su objetivo por darse en un entorno o escenario que no siempre está alineado con las expectativas de actores y público.
¿Cuál es tu opinión? ¿crees que la receptividad es una de tu principales fortalezas? ¿Contribuyes a que tu equipo lo sea?
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