Carlos CapacésDirector

Carlos Capacés
Director

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué sería para ti vivir bien en tu trabajo?

Es posible que las primeras respuestas que te vienen a la cabeza, tienen un sesgo parecido a alguna de estas frases:

  • “no hacer nada durante todo el día”
  • “que nadie me diga nada”
  • “no tener responsabilidad alguna”
  • “no estar rodeado de botarates”
  • “poder hacer lo que me dé la gana”
  • “no tener que dar explicaciones”
  • “…”

Si ha sido así, lo que vas a leer a continuación no va mucho contigo y con tu manera de entender el interés en el ámbito profesional.

Permíteme que analicemos en primer lugar lo que debemos entender por “vivir bien”. Vivir bien, en general, es un taburete de tres patas. Tres patas necesarias y complementarias. La primera de las tres patas sería la salud, ya que sin ella, la consideración de que estamos viviendo bien se reduce considerablemente y condiciona a las otras dos. La segunda pata sería la felicidad. Y aquí nos embarcamos en el torrente de lo psicológico por el que, si me lo permites, navegaremos durante un corto trayecto un poco más adelante. Y la tercera pata del taburete sería la dignidad, garantizando que vayamos a sentirnos cómodos y seguros respirando la coherencia que precisamos para respetar, en la medida de lo posible, nuestros valores más esenciales y nuestra forma de ser en la vida.

taburete

Como lo prometido es deuda, iniciamos aquí el breve periplo al respecto de la felicidad, entendiéndola, si me lo permites, como un equilibrio armonioso entre el bienestar y el arco de  posibilidades. Me explicaré; cuando me refiero al bienestar, me refiero sencillamente a estar bien. Estar bien con uno mismo, estar bien con los demás, estar bien en tu ciclo de la vida, estar bien en tu momento vital,… En fin, estar bien o mal, dependerá del saldo restante entre tus expectativas subjetivas sobre todo lo relacionado contigo mismo y con la vida y con tus percepciones objetivas. Dicho de otra manera, el bienestar de cada uno depende, por un lado, de lo que cada uno espera de la vida y por otro lado, de lo que uno percibe que la vida le ha proporcionado.

Cuando me refiero al arco de posibilidades, me refiero a que el ser humano precisa, además de sentirse seguro y rodeado de un mínimo de confort, poder establecer sus propios proyectos con los cuales dinamizarse para sentirse en movimiento, tanto físico como espiritual. Necesita también sentir que esos proyectos se cumplen o que al menos, se acerca a ellos, desarrollando así su grado de autonomía. No podemos negar a estas alturas que el ser humano es un ser social, necesita estar rodeado de otros seres humanos para crecer, para desarrollarse, en definitiva para ser. Pero también es cierto que el ser humano precisa de la soledad y cuanto más preparado y con mayor riqueza interior cuente, menos precisa estar rodeado de los demás para hacer, para deshacer, para pensar, para reflexionar y en definitiva y a riesgo de antojarse paradógico, para ser (esto ya lo decía Schopenhauer a principios del siglo XIX).

Para definir el arco de posibilidades al que me refiero, os invito a scanearlo con rapidez para identificar algunos de los apartados que le dan forma para después, hacer un paralelismo con el mundo laboral y aquello que contribuirá a que nos sintamos bien en el ámbito profesional.

Incrementaremos nuestro grado de autonomía y con un efecto cascada de manera automática, nuestra felicidad, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

  • Definir metas que se acomoden a las circunstancias, en el más amplio sentido de la palabra.
  • Resolver las dificultades que nos vayamos encontrando por el camino a transitar.
  • Saber mantener el esfuerzo a largo plazo y tener capacidad para recuperarnos y continuar.
  • Saber identificar y discernir la importancia de las cosas y aprender a saborear aquellas que nos proporcionan satisfacción.
  • Establecer relaciones interpersonales de calidad, aportándonos y aportando.

Si echamos mano de un espejo, podremos ver reflejado todo lo inmediata y anteriormente escrito en el ámbito laboral de la siguiente manera. Vivir bien en el ámbito personal, podríamos traducirlo en el ámbito laboral como la satisfacción profesional, y que para alcanzarla sería preciso:

  1. Garantizar un mínimo de salud laboral, de confort, de ergonomía en el trabajo…
  2. Conjugar dos conceptos emparejables como son el compromiso y la responsabilidad (los anglosajones nos hablan de engagement y empowerment).
  3. Compartir nuestros valores, en el mayor número posible, con los valores de la organización en la que desarrollamos nuestra actividad profesional, inspirándonos y vertebrándonos con ellos.

vivir bien

Si nos centramos, haciendo un paralelismo, en la segunda pata del taburete, en esta ocasión en el ámbito profesional, no tardaremos mucho en comprender la importancia de dos conceptos: flow y desarrollo personal/ profesional.

En cuanto a flow, ya se ocupó su creador (Mihaly Csikszentmihalyi) de ilustrarlo con detalle y sabiduría. Y en cuanto al desarrollo personal/ profesional, se me vuelve a aparecer el arco de posibilidades, orientando el incremento de nuestra autonomía. Los managers noveles deberían exigir que, para desempeñar las funciones para las que han sido elegidos, al menos se le facilitaran las herramientas mínimas imprescindibles para realizar su trabajo con dignidad. Y una vez más, haciendo un paralelismo estas herramientas estarían destinadas a desarrollar las siguientes competencias:

  • Planificación de acciones, para garantizar una mayor aproximación a los objetivos a alcanzar.
  • Gestión de conflictos, para no pretender evitarlos o acabarlos, sino saber cómo solucionarlos sin temerlos y aprendiendo a convivir con ellos con naturalidad.
  • Desarrollar la resiliencia, concepto del que se tienen noticias por oleadas, pero que pocos comprender en realidad y muchos menos saben cómo desarrollar.
  • Actitud optimista, para comprender que cuando uno tiene rabia en su cabeza, contagia y proyecta rabia a su entorno y acompañantes, de la misma manera que cuando uno tiene serenidad en su cabeza, contagia y proyecta serenidad a su entorno y acompañantes.
  • Comunicación interpersonal, entendiendo que saber comunicarse con eficacia es como saber respirar de manera adecuada. La comunicación es como la respiración, deja de respirar y dejas de ser, deja de comunicar y dejas de vivir.

Y sin pretenderlo, al menos no de una manera obsesiva, hemos llegado a definir un excelente programa formativo de inicio para managers noveles, que les permitirá iniciar su viaje en cuanto a la dirección de personas, con garantías de que el camino no será equivocado a pesar de estar lleno de incidencias.

Titulábamos este texto como “vivir bien en el trabajo”, porque ya que en el trabajo hay que vivir, habrá que intentar vivir lo mejor posible. Y si me apretas un poco más, abandonaré voluntariamente la palabra intento por la de obligación, porque intentar vivir bien es una obligación del ser humano, como la del prisionero de guerra es la de escaparse. Incluso, hoy por hoy, quien no tiene un hábitat laboral donde invertirse, no puede vivir, no puede ser. ¿Qué sinsentido es por lo tanto, formar parte del club de privilegiados que cuentan con un hábitat profesional y sin embargo, ni disfrutan en él, ni aprenden, ni aportan, no se comprometen y no se responsabilizan?  Va en contra de la propia evolución del ser humano, ignorando a Darwin , pasando por todos los gurús del management, hasta incluso al propio Barón de Cubertain con sus principios olímpicos.

Ahora que hemos llegado al final y si todavía estás leyendo lo que a estas alturas está aquí escrito, vuelve a echar un vistazo a la ilustración de un poco más arriba y formúlate las siguientes preguntas; ¿realmente hay tanta diferencia entre mi lado personal y mi lado profesional?, ¿puedo aprender algo y aplicar lo aprendido en un ámbito al otro?, ¿cómo son de seguras las tres patas de mi taburete para vivir bien…en el trabajo?